jueves, 5 de febrero de 2009

Estoy suspendida en lo alto, a un costado del aire donde él no llega. Mi respiración se va acortando, tengo los minutos contados y todo lo que abruquiero es respirar. La situación me ma y mi cuerpo sube, tensándose. No encuentro una pausa donde pueda apoyar mi confusión y rabia incontrolable. Me reprimo. Me retuerso en el piso masticándo mi propia rabia. Pienso en todas esas cosas que me dan placer. En este momento, son nulas, se opacan ante esta tristeza. Sí, disfruté hacerlas hace un tiempo ipero ahora ya suenan distinto; roncas, frías y diminutas. ¿Qué si todo esto fuera un sueño o si dejara de serlo?, ¿A dónde ría a parar mi conciencia?, ¿Acaso sería capaz de detenerme? En mi cabeza hay un solo ruido, el que me acompaña día a día y se llama dolor. Se turna de distintas formas y maneras para asegurarse de nunca cansarme de él. Todo lo demás, el murmullo externo continúa moviéndose siendo una bocina tras la otra, un trueno tras el otro. Pero las personas no caminan, me vigilan y el fondo es siempre el mismo. El de un castillo de cristal y un príncipe esperandome en lo alto de la torra. Si yo soy esa princesa, su princesa. ¿Por qué cuando cierro los ojos, en mi cabeza solo encuentro un fondo vacío? Un fondo blanco, aburrido &seco. Seco de música, amor y palabras, donde juegan a herir mis sentimientos. La única que puede callar a la vida soy yo y la misma que le devolverá la música y los colores. No sé si fui partícipe de todo lo que me pasó pero sí de decidir lo que vendrá.

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